2008-02-04

URIBE Y FARC… ¿AHORA QUÉ?

URIBE Y FARC… ¿AHORA QUÉ?

GOTAS DE O2.
POR: MANUEL FERNANDO MUÑOZ B.
manferoz@yahoo.com; www.manferoz.blogspot.com
Febrero 4 de 2008

Terminada la marcha en Palmira y en Colombia, en donde más de 10 millones de colombianos marcharon, escribo esta columna para manifestar mi opinión, como colombiano y como ciudadano que quiere un país en total libertad y gozando de una paz plena. Hoy, el 4 de febrero de 2008, nos colocará en los relatos de la historia como el día de la gigantesca movilización protestando, desde diferentes lugares del país y confines de la tierra, en contra de las FARC Y del ELN, del secuestro, de la barbarie y de toda forma de violencia. Los colombianos estamos pidiendo a gritos que las guerrillas devuelvan a sus familias a los secuestrados y que entreguen los cadáveres o indiquen el lugar de las fosas en donde están, de quienes han muerto en cautiverio. Los colombianos exigimos que la paz sea parte de nuestra existencia. No hay duda alguna.

En la marcha convocada por un grupo de jóvenes colombianos desde el pasado mes de enero se logró que, con mucha energía en las calles de sus ciudades y en otros países, se mostrara el contundente deseo de querer vivir en otra Colombia, en la que todos seamos libres y vivamos sin indiferencia, sin violencia, sin ataduras y con total respeto a los demás y quepamos como colombianos en este país. Fundamentalmente, los colombianos hoy clamaron por la PAZ.

Vaya “trompo en la uña” que hoy tienen el Presidente Álvaro Uribe Vélez, la clase política, los dirigentes gremiales, sindicales, los terratenientes, los industriales, los banqueros, los inversionistas, las asociaciones de campesinos, las juventudes y todos los ciudadanos del común, los liberales, los conservadores, los uribistas, los de la izquierda, los sin partido, los religiosos de cualquier credo y, también, los paracos, los narcotraficantes, los polítiqueros, los corruptos y los guerrilleros de las FARC y el ELN, para encontrar un camino que los lleve a lograr esa libertad y esa paz que tanto queremos.

Muy espinoso para los grupos alzados en armas de las guerrillas, que hoy vieron y sintieron (si es que tienen hígados) que el pueblo colombiano, manipulado o no, tiene una total animadversión hacia ellos, no los quiere ni cinco y que desean a toda costa que no existan más, a cualquier precio.

Difícil la tiene el Presidente Uribe, vio y sintió a un pueblo, que a pesar de su respaldo, exige un acuerdo humanitario para alcanzar la liberación de todos y cada uno de los secuestrados. Tiene además en sus espaldas un peso mayor el mandatario, y es alcanzar esa libertad y esa paz que reclaman sus conciudadanos. Queda esperar qué y cómo van a hacer los líderes del país y de las guerrillas, para atender esos clamores. No hay otro camino que el dialogo; no hay más remedio que sentarse, sin odios, sin rencores y con total desprendimiento de esos terribles momentos que hemos vivido en estos 50 años de guerra, para buscar caminos de entendimiento y, con sólidos argumentos y altos intereses patrióticos, concertar una mesa de conversaciones, que lleve a construir una agenda que permita establecer los requisitos y las condiciones, de dar y recibir, para alcanzar como meta final, la tan anhelada paz.

Será en ese tiempo, que no volveremos a ver marchas y pancartas con llamados como: ”La agresividad mata, la indiferencia entierra, la unión fortalece; por un nuevo despertar a la vida; guerrillero, erradica la maleza de tu corazón; el secuestro dolor de unos, indiferencia de todos; rechazamos toda forma de violencia; no más cadenas, queremos la paz”, entre otros.

Mientras no exista interés de unos y otros por sentarse a dialogar, tal y como hoy venimos presenciando la polarización entre los colombianos, tenemos una posibilidad de entrar en guerra civil, que acabaría por destruir esas ilusiones de quienes hoy marcharon, especialmente de aquellos que no conocen de dónde vienen y porqué existen esos grupos armados de terroristas, y por qué no es tan fácil acabar con ellos. La historia será implacable.

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