2007-07-02

COLUMNA DE MANUEL FERNANDO MUÑOZ

PEQUEÑOS HOMBRES, GRANDES EN ODIOS


GOTAS DE O2.
Por: MANUEL FERNANDO MUÑOZ B.
Julio 2 de 2007.


Lamentable y execrable el crimen cometido contra los 11 diputados a la asamblea del Valle del Cauca, secuestrados hace más de 5 años por las FARC. El pueblo colombiano, sin excepción, rechaza y repudia este bárbaro asesinato.
Dicho desenlace era crónica de muertes anunciadas. También están preavisadas, no solo la de Ingrid Betancourt y de Clara Rojas, sino la de Gechem, Jara, Lizcano y de todos y cada uno de los militares y ciudadanos colombianos secuestrados, al igual que la de los “gringos” en poder del grupo guerrillero armado.
Cómo no van a ser muertes preavisadas, si nuestro presidente Uribe se la pasa ordenando a gritos todos los días a las tropas, que vayan y rescaten a los secuestrados. Con esas ordenes Uribe aumenta el lastre sobre el cuello de cada secuestrado, para que pasen al umbral del más allá, sin tener la oportunidad de decidir por su propia vida.
Han sido insignificantes los inmensos esfuerzos cumplidos por los familiares de los plagiados, como también han sido vanos los realizados por la comunidad internacional, especialmente los países amigos de Europa. La respuesta solo se puede encontrar en la tozudez y terquedad de dos hombres como el presidente Álvaro Uribe y el jefe de las FARC, Manuel Marulanda, alias “tirofijo”, quienes han sido inferiores al respeto por la vida de seres humanos, vidas que de una u otra manera, dependen de ellos. Ninguno de los dos hombres han sido capaces de propiciar un entendimiento para encontrarse en un sitio y dialogar, al menos, convenir un acuerdo humanitario, que le permita a quienes están secuestrados desde hace 10 años regresar a sus hogares, vivos, libres y en paz. Abrir un espacio entre los municipio de Pradera y Florida en el Valle del Cauca, por 45 días, no le dará ventaja a ninguno de los actores de la guerra. Ese espacio, sería la única oportunidad que tendrían nuestros compatriotas para regresar al encuentro con la vida y sus familias. Una zona territorial que podría contar con la veeduría de los países comprometidos en este proceso, quienes garantizarían al gobierno nacional que ahí solo habría diálogos sobre acuerdo humanitario y ninguna otra actividad adicional, ni de las fuerzas armadas colombianas y mucho menos de las guerrillas de las FARC.
Hoy por hoy, los operativos militares para recuperar a los secuestrados, políticos, militares o civiles son un crimen, crimen que cometen ambos combatientes y es de estos, la responsabilidad. La experiencia es trágica: la del gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria y la del ex ministro de la defensa nacional, Gilberto Echeverry, muertos en operativo de rescate militar. Ahora estamos viviendo la de los 11 diputados del Valle y mañana será la de quién o quiénes?
El gobierno nacional no puede continuar mintiendo, ni al país ni a la comunidad internacional sobre el regreso de Fernando Araujo – hoy canciller de la República – y del agente de la policía, John Frank Pinchao: ellos se escaparon por sus propios riesgos y medios de las FARC. El gobierno NUNCA los rescató. Por otro lado, mintió Uribe Vélez al afirmar públicamente, que el grupo guerrillero se comunicó con los familiares de los diputados para informarlos de que ellos los habían asesinado, afirmación que fue inmediatamente desmentida por los mismos familiares y su vocera: Fabiola Perdomo. El gobierno nacional se ha acostumbrado a tender cortinas de humo ante la opinión pública nacional, cada que se presentan hechos que son demostraciones de incapacidad e incompetencia en el manejo de nuestros asuntos. Son demasiadas las contradicciones y mentiras que escuchamos a diario de los miembros del ejecutivo nacional. Esto no puede continuar, el país entero debe reclamar y rechazar esta actitud asumida por el gobierno.
Mientras la injusticia y la inequidad continúen como actoras principales de la vida social colombiana; mientras la brecha entre ricos y pobres sea cada vez mayor y mientras el gobierno legisle en beneficio de los grandes capitales y en contravía de los intereses colectivos, existirá la guerra, pues esos elementos son los ingredientes para que el conflicto se eternice en nuestra Patria.
Que acaben los muertos por la violencia. Que la equidad y la justicia sean los ejes fundamentales para librar a Colombia de la guerra. Que los secuestrados regresen a sus familias, libres, vivos y en paz. Que el presidente ÁLVARO URIBE VÉLEZ y el jefe guerrillero Manuel Marulanda, depongan sus odios y venganzas personales y propicien el acuerdo humanitario, que sea óbice para reiniciar los diálogos de paz. Que todos los colombianos nos reconciliemos con el compromiso de construir una Patria digna, justa socialmente y con desarrollo económico. ¡Tenemos con qué!
No más gobernantes cargados de odios y violencia en sus mentes e ideas. No más violentos e irresponsables deambulando por las selvas de Colombia, generando dolor y sufrimiento. La historia será el juez implacable para el presidente de la república ÁLVARO URIBE VÉLEZ y para el jefe guerrillero Manuel Marulanda.


VIDA Y LIBERTAD PARA INGRID, CLARA Y TODOS LOS SECUESTRADOS


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